Por Martha Castellanos
Vicerrectora Académica de Areandina
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La aparición de la COVID-19 y las recientes olas que han ampliado su esparcimiento, han cambiado de forma definitiva al mundo al presentarse nuevas maneras de interactuar, de comercializar productos y servicios y de trabajar. Hoy el mundo entiende que no se está viviendo una situación coyuntural sino más bien permanente, pues así el virus disminuya, se han tenido que abordar formas diferentes de interrelación que llegaron para quedarse, impactando a la economía mundial. Tal es el caso del trabajo remoto, el aumento de la digitalización en los puestos de trabajo, la disminución de los viajes y el turismo, entre otros.
En un reporte que realizó recientemente McKinsey1, se resaltan tres tendencias que se mantendrán incluso si llega a terminarse la pandemia y que cambiarán para siempre la economía, tales como: el aumento en el trabajo remoto híbrido, el crecimiento del comercio electrónico el sector de entregas de productos a domicilio y la acelerada automatización en la prestación de ciertos servicios de atención al cliente y producción de bienes.
Estas tendencias, según la firma consultora, llevarán a la disminución de servicios de transporte, de restaurantes e incluso, de trabajos con menores salarios, impactando principalmente a mujeres, jóvenes, minorías éticas y personas que no cuentan con formación universitaria.
De hecho, en una encuesta realizada a algunos empresarios por el Foro Económico Mundial2 se encontró que, a partir de la pandemia, el 50% de ellos iniciarán la automatización en sus procesos y más del 80% escalarán el trabajo remoto de forma definitiva.
Estos elementos hacen evidente la urgencia de comprender en mayor detalle, las tendencias de la economía para combatir el desempleo y formar estudiantes que respondan a las necesidades actuales. En Colombia por ejemplo, el DANE informa que la pandemia ha exagerado las cifras de desempleo, llegando al 14% en marzo de 2021 lo que a su vez, ha incrementado las cifras de pobreza monetaria.
Entre 2019 y 2020, de acuerdo con el DANE, 3,5 millones de colombianos entraron a la pobreza monetaria y 2,8 millones ingresaron a la pobreza monetaria extrema, llevando a que actualmente el país cuente con 21 millones de colombianos en pobreza monetaria y 7,5 millones de colombianos en pobreza extrema3.
Ante este escenario tan desolador, el cual infortunadamente se presenta también en varios países de la región, en la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Andorra a finales de abril de 2021, los mandatarios manifestaron su preocupación por el impresionante aumento de la pobreza y la pobreza extrema en Iberoamérica e invitaron a generar ajustes en la educación para lograr los aprendizajes necesarios para este panorama, especialmente hacia las competencias digitales, la resiliencia y la adaptación rápida a escenarios complejos.
Este escenario aunado a la celebración del Día Internacional del Trabajo lleva a las instituciones de educación superior a replantear la manera en la que se aproximan al aprendizaje de los estudiantes, a prepararlos para un mundo incierto y complejo y a la vez, a convertirlos en ciudadanos que aportan a su entorno desde el debate responsable, la reflexión y los aportes contundentes.
La educación superior debe formar integralmente, no para ofertas laborales particulares sino para el desarrollo humano. Esto último implica fortalecer el pensamiento crítico en los estudiantes, el impulsar su disciplina como vehículo al servicio de los desafíos de la humanidad y, además, el desarrollo de competencias tecnológicas que les permitan resolver las problemáticas de su entorno de acuerdo con su perfil disciplinar.
Y más aún, que sean conscientes de que su estudio, progreso y desarrollo de competencias y habilidades, no dependen sólo del docente sino de su propia curiosidad, de su impulso por descubrir nuevo conocimiento, de su interés por contrastar y discutir las diferentes posturas con las que se encuentren a lo largo de su vida.
Este tal vez pueda ser el diferencial en sus profesiones en un futuro cercano y en el nuevo entorno, buscando no evitar la inminente automatización de los puestos de trabajo sino la posibilidad de aportar valor a la sociedad al idear, crear e innovar posibles soluciones a situaciones desconocidas e inesperadas, de generar empleo, encontrar maneras disruptivas para evitar la pobreza extrema y fomentar el progreso de su país.
[1] McKinsey Global Institute (2021). The Future of Work after COVID-19. Recuperado de: https://www.mckinsey.com/featured-insights/future-of-work/the-future-of-work-after-covid-
[2] WEF (2020). 5 things to know about the future of jobs. Recuperado de: https://www.weforum.org/agenda/2020/10/5-thing-to-know-about-the-future-of-jobs/
[3] DANE (2021). Pobreza monetaria en Colombia. Recuperado de: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/pobreza/2020/Presentacion-pobreza-monetaria_2020.pdf 29 abril 2021